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Por la fuerza, sólo el sufragio.

Por la fuerza, sólo el sufragio.

Por Ximena Reyes

En 1903, Emmeline Pankhurst creó la Unión Social y Política de Mujeres, una organización creada para luchar con más efectividad por el sufragio femenino. Cansadas de ser diplomáticas y no conseguir nada, su lema fue “Hechos, no palabras” por lo que tomaron acción con varias tácticas militantes como interrumpir los mítines de otros partidos, intentar entrar en el Parlamento, presentarse en los domicilios de miembros del gobierno, encadenarse a ellos e incluso prenderles fuego y lanzar piedras a las ventanas, siempre cuidando no dañar a ninguna persona. Las mujeres partícipes de estas acciones eran detenidas por los policías. 

En 1910 se presentó una propuesta de ley a favor del sufragio femenino, durante el cual se detuvieron los actos violentos, pero tras ser rechazado, el 18 de noviembre 300 mujeres se manifestaron en Parliament Square. Por ordenes de Churchill, la policía violentó gravemente a las manifestantes con golpes y agresiones sexuales y arrestó a 119 mujeres, este suceso se conoce como el Black Friday. 

Al ser liberadas, las mujeres eran vistas como heroínas por lo que cada vez el número de mujeres que luchaban por el sufragio fue aumentando junto con las manifestaciones violentas y, a su vez, el número de arrestadas pues se negaban a pagar la multa que se les exigía. Se calcula que más de mil sufragistas fueron encarceladas y sometidas a duras condiciones en prisión. 

En 1909 Marion Dunlop fue arrestada por tercera vez y en su búsqueda por ser reconocida como presa política se declaró en huelga de hambre. Tras 91 horas de ayuno fue liberada con la intención de evitar que su salud empeorara.  

Las sufragistas encarceladas, siguiendo el ejemplo de Marion, comenzaron a declararse en huelga de hambre para lograr una pronta liberación y seguir con su lucha en las calles. El gobierno respondió introduciendo la alimentación forzosa argumentando que este supuesto tratamiento hospitalario común era necesario para preservar la vida a de las mujeres. Pero realmente las cárceles se convirtieron en lugares de horror y tormento con repugnantes escenas de violencia y abuso contra las sufragistas. 

La presa era retenida en una cama o atada a una silla, le pellizcaban la nariz para obligarlas a abrir la boca y se les insertaban una mordaza de acero. Se le vertía una mezcla de leche, pan y brandy a través de un tubo de goma que introducían por la nariz o la boca y lo empujaban hacía abajo por la garganta hacía el estómago. Los tejidos de la nariz y la garganta casi siempre se rasgaban y a veces el tubo se insertaba accidentalmente en la tráquea, causando que la comida ingresara a los pulmones y se pusiera en peligro la vida de la presa.

Ethel Moorhead desarrolló una neumonía doble después de su octava alimentación forzada cuando una “sustancia extraña” ingresó en sus pulmones.

En 1913, para evitar que las mujeres en huelga de hambre se convirtieran en mártires del movimiento, se aprobó la ley conocida como “del gato y del ratón”, que permitía liberar a las presas debilitadas por el hambre para volver a recluirlas una vez que se recuperaran, aunque muchas veces las sufragistas evadían la segunda detención. 

Para ser liberadas en el menor tiempo posible, las sufragistas sumaron a su huelga de hambre una de sed. Después, la líder Emmeline Pankhurst agregó el sueño, siendo liberada cuatro días después con una imagen demacrada pues las autoridades nunca se atrevieron a alimentarla por la fuerza por temor a herirla de muerte. 

Pero para 1914 los abusos se volvieron más brutales, algunas sufragistas eran drogadas para volverlas dóciles mientras que otras mujeres denunciaron ser alimentadas por el recto y sus genitales. La sufragista Kitty Marion fue alimentada por la fuerza 232 veces a tal grado de pensar que estaba perdiendo la cordura y suplicar por veneno. 

Al estallar la Primera Guerra Mundial el gobierno concedió una amnistía a todas las prisioneras sufragistas que prometieron apoyar al país durante la guerra. Cuatro años después, en 1918, su valioso papel y su larga lucha dio al fin frutos al ser aprobada la ley que concedía el sufragio femenino. 

A pesar de las atrocidades que sufrieron, las simpatizantes sabían que resistir era vencer y soportaron huelgas de hambre, duchas de agua helada y alimentaciones forzadas para continuar con su lucha, fieles a sus ideales y sin permitir que nada las coartara. Después de todo, vencieron. 

Referencias:

Purvis, J. (2018) “Alimentadas por la nariz, el recto y la vagina” La espeluznante realidad de las sufragistas sometidas a alimentación forzada. BBC News. Recuperado dehttps://www.bbc.com/mundo/noticias-43912083

Campos, A. (2019) Sufragistas: la lucha por el voto femenino. NationalGeographic. Recuperado de https://historia.nationalgeographic.com.es/a/sufragistas-lucha-por-voto-femenino_12299